Ciudad Victoria, Tamaulipas.-
Una movilización digna de película de acción se registró este martes en pleno cruce del 16 Michoacán… ¿la razón? Nada más y nada menos que un borracho dormido dentro de una camioneta Chevrolet.

Sí, leyó usted bien.
Por un simple e inofensivo beodo que decidió echarse su siesta etílica en el asiento del piloto, llegaron como si fueran a capturar al mismísimo “Chapo”: unidades de la Guardia Estatal, Policía Investigadora, Tránsito Local y hasta patrullas de Casa de Gobierno. No faltó quien pensara que se trataba de un operativo de alto impacto, pero no, era el arresto del año: un borrachín cabeceando al volante.

Eso sí, no faltó el toque autoritario: varios elementos encararon a reporteros que cubrían el espectáculo desde una cuadra de distancia, les grabaron, les arrebataron sus identificaciones y los trataron como si llevaran un lanzacohetes, no una cámara.

¿Y los uniformados? Algunos con la cara cubierta y el arma en mano, como si estuvieran frente a una célula delictiva y no frente a reporteros con libreta y micrófono. ¡Así no, compas!


El episodio dejó más preguntas que respuestas:
¿Quién era ese borracho tan importante como para merecer alfombra roja y todo un despliegue de seguridad?

¿Y quién les enseñó a los agentes que grabar periodistas es parte del protocolo?
Lo único claro es que el miedo a las autoridades va ganando terreno: la gente ya no ve en una torreta una señal de ayuda, sino una posible amenaza… o un asalto disfrazado de operativo.

Un llamado urgente a los jefes de estos elementos: con tantos cursos, talleres y capacitaciones que les pagan, ya es hora de que se les note algo de profesionalismo.

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