No se hagan bolas, es Dámaso.

CORRESPONDENCIA

No se hagan bolas, es Dámaso.

Por: José Luis Castillo

El Rector de la máxima casa de estudios, Dámaso Anaya Alvarado, se encuentra más firme que nunca. Deja constancia de que “golpe que no mata, fortalece”, y mejor aún imprime mayor velocidad a sus actividades, porque sabe que el trabajo mata grilla. Sus malquerientes insisten en cambiarlo, proponerlo o encaminarlo a otras oficinas porque le ven talento; sin embargo, es necesario dejarlo claro: nada de eso es cierto. Por ahora, agradece los buenos deseos de sus amigos y las finas atenciones de sus enemigos, mientras afina nuevos proyectos que se pondrán en marcha en la UAT el próximo año.

Y es que lejos de la rumorología, la Universidad vive uno de sus mejores momentos. La reciente acreditación de nuevas carreras abre oportunidades reales a cientos de jóvenes que buscan continuar sus estudios profesionales con calidad y pertinencia. A esto se suma la certificación de una importante cantidad de docentes, un activo que se traduce en mejores aulas, mejores contenidos y una comunidad académica con estándares cada vez más altos.

En este contexto, la UAT empuja una de las agendas más ambiciosas de los últimos años: 55 nuevos proyectos de infraestructura, distribuidos en los campus del norte, centro y sur del estado. No son obras sueltas para la foto, sino intervenciones estratégicas que apuntalan el crecimiento académico y la vida universitaria. Desde el acondicionamiento del rastro TIF y la sala de deshuese de la Facultad de Veterinaria, el único operado por una universidad en México, hasta la construcción de nuevas aulas en Derecho Victoria, Enfermería Tampico y la remodelación del Aula Magna Herman Harris Fleishman en el sur.

Todo esto ocurre mientras la Universidad registra una cifra histórica de 47 mil estudiantes, impulsada por nuevas licenciaturas, preparatorias, programas virtuales y educación a distancia. El Bachillerato Virtual, que apenas va por su primera generación, ya reúne aspirantes de varios estados del país e incluso estudiantes desde Estados Unidos. La escena es clara: la UAT está rebasando fronteras físicas y académicas.

La expansión no es improvisada. Son doce nuevas licenciaturas en agosto, dos más que vienen en enero; preparatorias presenciales como la de Nuevo Laredo; y la reactivación de las Unidades Regionales de Transferencia del Conocimiento en González, Jiménez, San Fernando y Tula, que hoy funcionan como soporte educativo en zonas claves del estado.

A la par, la UAT vive también un momento sobresaliente en materia científica. Con 454 docentes certificados por el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, y la presencia destacada de perfiles como el de la Dra. Juana María Coronado Blanco en el máximo nivel, la Universidad consolida una planta académica de prestigio, capaz de responder con investigación real a los desafíos sociales y productivos de Tamaulipas.

No menos relevante es el logro histórico que convierte a la UAT en Centro para Evaluar y Certificar a Pares Evaluadores de Instituciones de Educación Superior, acreditación otorgada por CONOCER. Esto la coloca como referente nacional en procesos de mejora continua, evaluación académica y formación de expertos que dictaminan la calidad educativa en México.

Y como si todo lo anterior no fuera lo suficientemente ilustrativo, la administración universitaria suma otro hecho sin precedentes: la modernización más importante en la historia de la UAT, con una inversión cercana a los 444 millones de pesos. Son 74 proyectos estratégicos que transforman laboratorios, bibliotecas, aulas inteligentes, canchas multiusos, quirófanos educativos y espacios de bienestar universitario. Una universidad que se moderniza es una universidad que respira futuro, y eso es precisamente lo que hoy muestra la institución.

En este escenario, mientras algunos se entretienen con versiones que solo alimentan la confusión, dentro de la Universidad hay claridad y rumbo. Los avances son medibles, visibles y sostenidos. Las obras están en marcha, los programas se fortalecen y la comunidad universitaria lo está viendo y viviendo todos los días.

El cuarto de guerra de los atacantes ya ha sido identificado; queda claro que se trata de una guerra sucia en contra del Rector de la UAT y que, además, pareciera ser fuego amigo aprovechado por unos cuantos. Sin embargo, también es evidente que no hay cambios ni intención de mover al Rector. Al contrario: lo que hay por delante es trabajo, proyectos y una agenda amplia que seguirá aterrizando en beneficio de la comunidad estudiantil y académica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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