Sequía, falta de apoyos y abandono: el campo tamaulipeco en su década más crítica

 

Ciudad Victoria, Tamaulipas.- En la última década, el campo de Tamaulipas ha perdido más de 264 mil hectáreas de superficie cultivable, cifra que representa poco más de una cuarta parte de sus tierras agrícolas habituales. La reducción obedece a una combinación de factores: sequías prolongadas, ausencia de riego en los distritos 025 y 026, altos costos de producción y la desaparición de apoyos federales.

Los datos provienen del Censo Agropecuario del INEGI y han sido confirmados por la Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas (UARNT), que advierte sobre el impacto directo en miles de productores rurales.

Sequía histórica en la cuenca del Bravo

El ciclo otoño–invierno 2024–2025 dejó un panorama devastador: cerca de 200 mil hectáreas en la cuenca del Río Bravo quedaron sin sembrarse por falta de agua. La región, que durante décadas se distinguió por su alta productividad, enfrentó la sequía más severa desde 1995, con pérdidas que rondaron el 25% de la superficie cultivable.

El retroceso, sin embargo, no es reciente. Ya en junio de 2024, la CNC estatal estimaba entre 80 y 100 mil hectáreas perdidas en los dos años previos.

“Las lluvias tardías y mínimas, intensificadas por el cambio climático, han hecho casi imposible sostener la producción agrícola”, advirtió entonces su dirigente, Raúl García Vallejo.

Una breve tregua en 2024

A finales de 2023, más de 13 mil hectáreas resultaron dañadas en municipios como Reynosa, Valle Hermoso y Río Bravo, cuando el 77% del territorio sufría sequía meteorológica, según la Conagua. Ese mismo año, Tamaulipas se ubicó como el sexto estado con mayores daños en cultivos.

El panorama pareció mejorar en junio de 2024, cuando las tormentas tropicales Alberto y Chris trajeron lluvias abundantes que aliviaron parcialmente la sequía. Sin embargo, las precipitaciones no alcanzaron a recargar la cuenca del Río Bravo ni las presas internacionales Amistad y Falcón, indispensables para abastecer al Distrito de Riego 026 y a diez municipios fronterizos.

Si estas presas no logran superar los 300 millones de metros cúbicos de almacenamiento, el déficit de agua para consumo humano y agrícola se agudizará a partir de octubre, inicio del nuevo año hidráulico.

Ganadería en crisis estructural

El golpe no solo lo resiente la agricultura. El sector ganadero enfrenta su propia crisis, marcada por la falta de personal capacitado y el desinterés de las nuevas generaciones por incorporarse al campo.

Líderes como José Guerrero Gamboa, presidente de la Unión Ganadera Regional, y Alicia González Muñoz, titular de MUGAM en Tamaulipas, advierten que la recuperación hídrica no basta si no se resuelven estos rezagos.

Coinciden en que, el abandono de ranchos, la reducción del hato bovino —estimada en cerca del 40%— y la caída de la producción confirman que la sequía no es el único enemigo: la falta de mano de obra y de políticas de impulso pesan igual o más que la escasez de agua.

Un futuro en disputa

El campo tamaulipeco se encuentra en una encrucijada. Si bien la recuperación de lluvias ofrece un respiro, la sostenibilidad agrícola y ganadera dependerá de cómo se gestione este recurso. Expertos coinciden en que es urgente atraer talento joven, invertir en capacitación, garantizar apoyos y planificar el uso eficiente del agua.

La pregunta de fondo es si Tamaulipas podrá transformar esta breve tregua climática en una verdadera recuperación productiva, o si seguirá hundiéndose en un ciclo de pérdidas y abandono.

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